En este masaje, las palmas de las manos y las yemas de los dedos del masajista apenas rozan la piel del paciente mientras se deslizan a lo largo del cuerpo adaptándose anatómicamente a sus curvas y contornos, y efectuando en aquellas zonas que interesan suaves roces y tactos puntuales, no exentos
de una cierta carga de energia, que estimulen de manera muy ligera
respuestas reflejas de carácter difuso.
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